Esta semana en los miércoles logísticos trataremos de otro tema de especial trascendencia para el diseño óptimo de almacenes, se trata de la gestión del stock. Al ser un tema extenso, os proporcionaremos la primera entrega.
Esperamos que os guste.
Cuando hablamos de stock o existencias, nos referimos “al conjunto de artículos almacenados en espera de su utilización posterior, cuya utilidad está en función de la cantidad, el momento y el lugar de su necesidad”.
Dependiendo de la actividad que desempeñan dentro de la empresa, se clasifican según:
a) Su función, diferenciandolos en:
– Stock activo o de trabajo; Toda existencia que se posee para hacer frente a las demandas normales del proceso productivo de la empresa o de los clientes. Alcanza su valor máximo cuando llegan los pedidos de los proveedores.
– Stock de seguridad: Volumen de existencias que se tienen, por encima de lo que se necesita para hacer frente a las fluctuaciones en exceso de la demanda o/y a los retrasos e imprevistos en la entrega de pedidos.
– Stock medio: Volumen medio de existencias que tenemos en almacén durante un periodo de tiempo determinado.
– Stock sobrante: Artículos en buen estado que dejan de necesitarse. Hay que emplearlos en otros menesteres, devolverlos al proveedor, o venderlos. En la actualidad este tipo de stock no es deseable dadas las repercusiones negativas en la cuenta de resultados de las compañías.
– Stock de anticipación: Encuentran su justificación en la necesidad de aprovisionarse en el único momento en que las materias se encuentran disponibles.
b) Según su naturaleza física: Diferenciando entre, materias primas, producto en curso de fabricación, productos terminados, repuestos y material de envasado o embalaje.
c) Según su valor monetario, empleando el criterio ABC. Es habitual encontrar en un almacén un número elevado de artículos diferentes que pueden tener un distinto valor debido a varios factores cómo: Su precio de compra o fabricación, la cantidad utilizada de dicho producto por unidad de tiempo o la utilidad que representan para el funcionamiento de la empresa.
El análisis ABC
Girando siempre entorno al principio de Pareto el análisis ABC se basa en la regla del 80-20. El 20% provoca el 80%.
A partir del conocimiento empírico y la observación, Pareto observó que la gente en su sociedad se dividía entre los “pocos con mucho” y los “muchos con poco”, el reparto porcentual de ambos grupos mostraba los siguientes parámetros: el grupo minoritario formado por el 20% de la población y poseía un 20% de algo medible. Mientras tanto, el grupo mayoritario quedaba formado por el 80% restante de la población, y que a la vez, poseía el 20% de ese mismo algo medible.
La aplicación en logística de este principio, tiene utilidad en la definición estructural de surtidos comerciales, donde este tipo de análisis se usa para la planificación de la distribución, cuando los productos se agrupan o clasifican por su nivel de ventas, de inventario, de costes etc…
El reparto de la importancia se realiza en base a categorías, las cuales necesitarán niveles y modos de control diferenciados:
-El 20% del surtido es producto A, aquel que realiza el mayor volumen de un ratio medible, por ejemplo el porcentaje de venta.
-El 30% posterior, es asignado a los producto B.
-El diferencial restante es el producto C.
A la hora de determinar actuaciones sobre cómo deben ser tratados los productos, un correcto análisis ABC permite establecer decisiones óptimas, siendo un claro ejemplo el formato de almacenaje o distribución a dispensar a cada una de las anteriores categorías.